Más herramientas para que arroceros colombianos enfrenten desafíos climáticos de 2030

El año 2030 está más cerca de lo que parece cuando de agricultura se trata y mucho más cuando pone en riesgo la producción arrocera de un país como Colombia donde solo en 2014 se cosecharon 1.758.739 toneladas y el consumo per cápita fue de 39.62 kilos al año.
Entre los efectos que traerá consigo el cambio climático está la afectación de los regímenes de lluvias y la disminución en la disponibilidad de agua, un recurso natural de alta demanda cuando se cultiva arroz de riego. Esto, unido al compromiso adquirido por Colombia durante la pasada Conferencia de las Partes (COP21), realizada en París en diciembre de 2015, para reducir en un 20% las emisiones de gases de efecto invernadero en 2030, hacen más que imperiosa la necesidad de encontrar alternativas sostenibles para los productores y el medio ambiente.
La utilización de la tecnología de moje y secado alternado (AWD, por sus siglas en inglés), desarrollada por el Instituto Internacional de Investigaciones sobre el Arroz (IRRI)- que involucra la práctica de secar periódicamente los campos y volver a inundarlos a su nivel óptimo de agua- parece ser la respuesta ante este complejo desafío, en tanto que es útil para usar más eficientemente el agua, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y disminuir los costos de los agricultores que utilizan riego por bombeo, al tiempo que mantiene altos los rendimientos de la producción.
Entre los resultados y consecuencias de la implementación de la primera fase del componente sobre arroz en Colombia de la Coalición Clima y Aire Limpio (CCAC, por sus siglas en inglés), finalizada en diciembre de 2015 con el apoyo de la Federación Nacional de Arroceros (FEDEARROZ), el Ministerios de Agricultura y Desarrollo Rural (MADR), el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible (MADS), el Fondo Latinoamericano para Arroz de Riego (FLAR) y el Programa Global de Investigación en Cambio Climático, Agricultura y Seguridad Alimentaria (CCAFS) que lidera el CIAT, se destaca la identificación de áreas prioritarias en Colombia para la aplicación de la tecnología AWD, debido a que presentan déficit de agua durante las épocas de siembra del cultivo.
“Para el primer semestre del año hemos identificado zonas óptimas con niveles moderados y altos en la Costa Norte y el Centro. Esto significa que se puede aplicar esta tecnología de mojado y secado. Ya para el segundo semestre, esta tecnología puede utilizarse en el Bajo Cauca, Costa Norte y Llanos Orientales” aclara Ngonidzashe Chirinda, Agroecólogo del Área de Investigación en Suelos del CIAT.
Esta identificación fue fruto de los datos recolectados por FEDEARROZ, a través de la Encuesta Nacional Arrocera (ENA), información climática recolectada de diferentes fuentes para el periodo de 1951 a 2011 y mapas de textura de suelos elaborados por investigadores del CIAT.

Los mapas muestran las zonas arroceras de Colombia, la distribución de las fincas involucradas en el estudio, así como las áreas óptimas, con diferentes niveles, para la implementación semestral de la tecnología de moje y secado alternado.
Aún falta por analizar la dinámica espacial y temporal de dichas áreas bajo escenarios de variabilidad climática como lo son el Fenómeno de El Niño y la proyección a más largo plazo (2030), es precisamente por esta razón y por factores como la incidencia de variabilidad climática que los investigadores se están enfocando actualmente en la validación de esta tecnología en Colombia, a través de la medición en campo de la tasa de emisión de gas metano y los rendimientos del cultivo, con el propósito de evaluar que no se afecte la productividad.
Involúcrese en la siguiente gran idea
El grupo de investigadores del que forma parte Chirinda está interesado en aprovechar la aplicación de esta tecnología y los resultados de su uso para determinar el factor de emisión para Colombia, lo cual daría las bases para formular las Acciones Nacionalmente Apropiadas de Mitigación (NAMAs, por sus siglas en inglés) del sector arrocero, las cuales serían de gran utilidad para complementar el NAMA ganadero. Todo esto con miras a contribuir a que el país cumpla su compromiso adquirido en la COP21 para reducir en un 20% las emisiones en 2030.